29 ene 2015

El Colectivo

"...La Fuentes, andaba siempre de correrías, por los pueblos de acá cerca. Iba y venía, iba y venía. Se metía en la Cooperativa de Los Talas, andaba siempre rondando la fábrica de los Suárez, en Monte Solo. Mirá vos si sería atorranta que iba siempre a la hora en que salían los obreros. Y se quedaba charlando, sola, entre los hombres. Y después que me digan que las mujeres se hacen putas por falta de educación. ¡Mentira! Si ésta hasta había estudiado en Córdoba, en la universidad. Tenía un noviecito allá. Dicen que le hizo un hijo pero que no lo tuvo... ¡Qué delicados son algunos para decir las cosas! ¡No lo tuvo...! Y claro. ¿Qué iba a hacer ella con un hijo? ¿Llevarlo a las diez de la noche a la puerta de la Cooperativa? ¿Sentarlo entre los hombres cuando empiezan a tomar vino? Y bueno. Ésa terminó como se merecía. Dicen que la vieron en la ciudad, arruinada, trabajando en los bares. Cómo sería de escandalosa, siempre entre los hombres, que la vinieron a buscar de Córdoba. La policía. Hasta allá habían oído de ella. Vinieron cuatro oficiales y se la llevaron. Vieras qué bien los policías, qué elegantes. No usaban uniforme, venían de traje, en un auto grande. Y mirá cómo sabría ella que andaba en la mala vida, que se quiso esconder. Se metió atrás de los silos. Todos creíamos que los hombres serían hermanos o amigos de una mujer que ella hubiera molestado. Porque no le interesaba distinguir entre solteros y casados. Ella veía un pantalón y listo. Bueno, los hombres iban preguntando por el pueblo. Iban con el auto despaciiito, por las calles, dando vueltas. Y preguntaban: ¿La señorita Fuentes? Y todos sabíamos dónde estaba pero decíamos: «Debe andar por ahí», «Recién pasó por acá», porque ninguno quería ser el primero. Hasta que le preguntaron a Vidal y él les dice: «¿De parte de quién?». Y los oficiales contestan: «De la policía». «Está ahí, escondida atrás del silo.»
»Hizo bien Vidal. Si viene la policía, las cosas claras. Vieras cómo gritaba. Se había ido juntando gente en la calle, y todos mirábamos. Entre tres la tuvieron que agarrar. Tuvieron que sacar las armas y todo. ¿Y sabés qué gritaba? «Vidal, Vidal, ayúdeme, Vidal». Parecía que entre toda la gente lo veía sólo a él. ¡Vidal! Si era él el que había dicho dónde estaba. Tarde pedía ayuda...
»Estuvo bien Vidal. Y estuvo bien que los oficiales la atraparan delante de todos. Que las chicas sepan qué les pasa a las putas. Que les quede claro. Eso, que todos sepan cómo terminan estas cosas.
Victoria mira el suelo y vuelve a mirar por la ventana. Distraídamente, al pasar, dice:
—¿Y no te parece que se la pueden haber llevado por otra cosa?
—¿Por qué cosa?
—No sé, vos decías que andaba siempre entre los peones, hablando con ellos...
—Y sí, por eso se la llevaron. Por puta.
—No, yo digo..., porque en la ciudad a veces se llevan gente que no hizo nada...
—Nooooooooo. Pero eso es en la ciudad, que no se conocen. Acá todos sabemos qué hace cada uno. Por ahí en la ciudad se confunden, pero acá no hay forma. De la Fuentes todos sabíamos que era puta. Igual, en la ciudad, si se llevan a alguien que no hizo nada, después lo sueltan. Buscan las pruebas, todo, y si no encuentran nada y se dan cuenta de que fue un error, lo sueltan.
—No siempre.
—Ay, Nenita. Vos porque leés demasiado. Si no hizo nada, lo sueltan.
—En la ciudad a veces aparece gente muerta. Asesinada.
—Y sí, en los enfrentamientos. Son los que secuestraron a Aramburu. Y bueno, que se jodan. El que a hierro mata a hierro muere.
—No es tan así, Marta.
—Mirá, Nenita, vos estás todo el día sola, dale que te dale a la cabeza. Te imaginás cosas que no son. A lo mejor sí, en la ciudad a veces se comete un error. Pero después lo arreglan. Y listo. Acá cuando han venido, hicieron bien. Limpian el pueblo, nos protegen. Ellos hacen que podamos seguir viviendo tranquilos. ¡Y vieras qué pinta! Los trajes que tenían los oficiales, el pelo bien cortito, el bigote perfecto. Vieras qué bien..."



Eugenia Almeida -

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