11 dic 2010

Ayer, en una fiesta que hicimos en Aluba hubo una rifa y el primer premio era una gran canasta navideña llena de comida: pan dulce con y sin pasas, gaseosas, sidras, budines, turrones, mani con chocolate, confites, todo eso por dos... En esa canasta navideña la gané yo y mi flia, genial, toda la felicidad, la fiesta estuvo hermosa, nos divertimos muchísimo, bailamos, cantamos, actuamos, nos emocionamos, compartimos un buen tiempo entre pacientes, terapeutas, familiares y amigos. Salimos del salón con mi hermana y una amiga, llegamos a la esquina, yo iba caminando con los brazos que no me daban más de llevar la caja con la comida de la canasta que ganamos; en la esquina encontramos a un indigente comiendo de bolsas de basura que estaban afuera de un restaurant... agachado, perdido en su mundo, comiendo desesperado un hueso de costeleta que alguien no terminó, sucio él por vivir en la calle, y sucia la comida por ser parte de la basura. En ese momento me sentí muy mal. Yo venía de pasar un gran momento, venía con mucha comida en mis manos y en mi casa me esperaba más comida, y lo veía a él tan desesperado y tan miserable... Mi hermana se dió vuelta y me miró con cara de lástima, y decidimos darle una botella de gaseosa con un paquete de pan dulce. Se lo llevé, se lo dí en manos, y la sonrisa que hizo, aunque no me miró, porque siguió con la mirada perdida, fue increíble. - Gracias Señora, gracias, gracias, gracias... - Lo repitió como cinco veces. Enseguida se me llenaron los ojos de lágrimas, quería dejarle la caja de comida para él, pero sabía que no le iba a durar, otros indigentes se la podrían robar, y como me dijo mi amiga cuando le conté lo que sentía, ya había dado algo, y cuantos otros hay que yo no veo. Seguimos caminando y un hombre en el semáforo me hizo un comentario que no escuche porque solamente pensaba en que me sentía mal, que yo tengo mucho y ellos tan poco, y que debía dar más, solté muchos pares de lágrimas, seguimos caminando y me repuse. Pero ese episodio no me lo olvido nunca más en mi vida... Sé que con tan poco le hice bien a un hombre, un hombre que tenía los pies envueltos en bolsas de supermercado y comía de una bolsa de basura, pero también sé que puedo hacer más. No es mi culpa tener una buena calidad de vida, porque esto es lo que por suerte me tocó, no es mi culpa pasar buenos momentos, porque yo misma luché por lograr eso. Pero sí puedo ayudar a que otros tengan un poquito más de lo que tienen, y me convencí de eso. 


(La foto no la saqué yo, es de internet, pero ilustra claramente la situación del hombre indigente.)

3 comentarios:

Lola dijo...

SOS TAN HERMOSA PERSONA VOS ♥

Nicole Kinder dijo...

Me morí de amor...mas linda vos Aye
Y es verdad vos no escogiste la calidad de vida, te toco, pero esta bueno ayudar a los que necesitan con poco o mucho, es depende de cuanto tenes. Me encanto esta entrada
Besito :)

Mariana dijo...

Es bueno cuando nacen esos gestos desde el corazón...
A mi y a mi familia nos pasó 4 inviernos atrás -o puede ser un tanto más...- por el barrio se habia trasladado un "linyera" (en el buen sentido de la palabra)
En el barrio lindero se lo conocía como "Naftita" y uno de estos inviernos bien crudos, terminó durmiendo en la esquina frente a mi casa... Era casi 25 de mayo, un frío que calaba los huesos y él en el piso acurrucado... Fue instantáneo: mi mama puso a freír milanesas yo hice un termo de café y mi papa calzó un frazadon que tenia guardado
Bajamos, mi viejo lo tapo, y le dejamos a un costado el termo y un sandwich de milanesa... Él nos mirò por el rabillo del ojo y éstos reflejaron una sonrisa del alma...

Te juro esos recuerdos no se borran, y te dan fuerzas para seguir adelante y seguir ayudando... a mi criterio "hay que enseñar a pescar, no darles el pescado servido" pero hay un momento para todo...

Perdón por explayarme pero tu relato me trajo este recuerdo y quise compartirlo... ¡BIEN POR VOS! el calor y la sonrisa que seguramente te nace al escribir esta anécdota es más que una compensación por tal buena acción.--